Momentos de inspiración que se publican...

jueves, 29 de noviembre de 2012

Vuelve

El suave susurro de tu voz me dice que te vas. ¿A caso todo lo hice mal? Sufro tu partida sin una despedida, sufro el adiós que nunca me darás, sufro tu ausencia aunque estés muy cerca. Vuelve a  mi, vuelve te lo imploro. Vuelve a mi, así como lo hiciste cuando menos lo esperé. Sácame de esta tristeza que me invade de sollozos y sálvame de lo que yo pueda hacer. Regresa, regresa que mi mente se queja, que mis ojos se secan de tanto creer lo que no pudo ser...

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Claridad

Hoy el viento sopló con intensidad, yo veía en dirección al cielo. Veía los colores del atardecer y como poco a poco caía la noche. De pronto, las olas heladas cubrían mi ser. Un destello de luz se hizo presente y después sólo éramos tu y yo. 

Luna mía, luna infinita, ¿qué es lo que haces para que pueda ver el rostro de aquella persona en tu ser? ¿qué juego estas llevando a cabo que hace confundir mi ser? Te prefiero a ti por estar...

Luna inmensa dime sí algún día el reflejo se irá, sí seremos tú y yo junto a las estrellas con las que compartes tu fulgor. Regresa a mi, luna, regresa. Te estaré esperando. Aparece cada noche. No me dejes en la oscuridad, no me abandones como todos los demás.

domingo, 11 de noviembre de 2012

24 Horas


A lo largo de la vida he cambiado de casa 4 veces. Una persona normal pensaría que han sido cambios paulatino pero no, estos ha sucedido en el plazo de estos dos años.

Al inicio de este trimestre yo vivía de manera autónoma a mis padres, vivía con mi pareja. Y en ese lugar lo primero que hacía cada mañana era ver a esa persona dormir. Al escuchar el despertador, le daba el primer beso de la mañana y al levantarme de la cama podía ver los volcanes a través de la ventana de nuestra habitación. Cuando era momento de partir, mi recorrido involucraba cruzar por dentro de C.U. y dentro del Circuito Central mi facultad favorita siempre ha sido Arquitectura, la cual podía ver cada mañana junto a los estudiantes que entraban con planos y maquetas.

En mi recorrido puedo ver a la gente caminar y correr para llegar a su trabajo y escuelas. Los estudiantes siempre con audífonos de algún color y tipo, caminando de manera apresurada, con copias, impresiones y demás. Las mamás jalando a sus hijos e hijas pues ya se les ha hecho tarde. Al llegar a la escuela, los padres que van a pie los despiden en la puerta, algunos los persignan y se quedan en el umbral viendo a su hijo entrar. Los padres que van en automóvil deteniendo el tráfico pues al igual que los demás padres, esperan a que sus chiquitos se pierdan de su vista. Eso puede llegara ser muy molesto, más si uno anda con prisa. Pero lo que me gusta de ese evento, es que realmente nunca me pasó. 

Ahora que regresé a casa de mis padres, el panorama es diferente. Se acabaron los volcanes y las facultades...Ahora veo gente distinta pasar. Y aunque realicen las mismas actividades que en cualquier zona, simplemente se siente diferente. Tal vez es mi frustración hablando, pero no se siente igual. 

Es verdad que tengo que aprender a observar nuevamente. Si, cambié los volcanes por una iglesia que se ve a través de mi ventana. Cambié las facultades y el Circuito Universitario por las diferentes estaciones de metro que me paso en mi camino aquí. 

Sin embargo, la gente sigue transitando de la misma manera, corre o camina a sus actividades de rutina. Los padres de familia siguen llevando a sus hijos a la escuela y, no importa la zona, siguen deteniendo el tráfico, persignándolos y esperando a ver como estos se pierden en las instalaciones.

En la Universidad, mis actividades no han cambiado. Asistir a clases, hacer trabajos y pensar y asustarme por el trabajo de investigación es una constante. Al concluir la misma, la espera para que dé la hora indicada para partir de aquí se hace amena con la compañía de mis amigas. Sé que si ellas no estuvieran, el tiempo sería un problema. 

La tarde sigue su curso con aparente normalidad. Voy todos los días al primer piso del edificio Pedro Infante en las instalaciones de los Estudios Churubusco, ahí se encuentra el departamento de redacción del área de noticias del Canal 22, en el cual realizo mi servicio social. 

Al ser un servicio social, se podría pensar que pasaría de manera casi invisible y sin complicaciones, sin embargo, el trabajo de todos los que estamos como “ayudantes” es fundamental. Unos sobresalen más que otros, ya sea por el nivel de decibeles que manejan a la hora de comunicarse o por las diferentes capacidades que muestran día a día al desempeñar sus labores asignadas. Paulatinamente, a lo largo de seis meses te vas integrando, los demás te van conociendo y te vas volviendo “parte del equipo” sólo por un momento. Te llevas bien y tomas decisiones como empezar a considerarlos amigos o compañeros de trabajo, empiezas a interesarte en sus vidas y preguntar por la misma...

Después de tres horas en las cuales cargo plecas, hago algunos pies del guión, convierto el guión en prompter; checo subtitulaje, saco copias, reparto escaletas y recibo a los invitados, empieza Noticias 22. Permanezco una hora en la cabina, viendo cómo es el detrás de cámaras de lo que se muestra en pantalla. Veo el movimiento, escucho las bromas, realizo las llamadas para los enlaces telefónicos, paso notas y meto las plecas al aire en cada nota. Después, voy a casa, duermo y todo vuelve a empezar...

miércoles, 17 de octubre de 2012

Indecisión


A lo largo del tiempo los seres humanos nos relacionamos con otros de manera selectiva. Elegir con quien o quienes queremos estar es parte de nuestra naturaleza. Pero, ¿por qué criticar lo diferente?

Para la ley la división es muy clara, los hombres y las mujeres que se relacionan entre ellos reciben el nombre de heterosexuales y las personas que se relacionan con su mismo sexo son homosexuales. Pero ¿dónde quedan los derechos para el resto de la "Comunidad LGBT"? 

Poniendo mi experiencia personal, yo estoy dentro de las dos últimas letras. Soy bisexual como muchas otras personas y estoy orgullosa de serlo. Nunca he negado quien soy.  

¿Acaso ser bisexual genera molestias en los miembros de la comunidad? Pareciera que si, los gay y las lesbianas discriminan a los bisexuales al decir que somos indecisos, pero ¿no es exactamente ese el comportamiento que repudian de los heterosexuales?

Mi bisexualidad no me hace ninfómana, ni promiscua, ni indecisa. Yo vivo mi vida no fijándome en etiquetas de género sino fijándome en la esencia de la persona. ¿Acaso esta mal? Creo que si realmente pudiéramos quitarnos los cánones sociales en los cuales nos hemos desarrollado, no existiría el problema de la discriminación como el que hay. En donde la misma comunidad que lucha por ella, la imparte porque simplemente no tolera a las otras dos iniciales del movimiento.  Yo alzo la mano por mi B. 

No soy gay, y nunca lo seré. Soy bisexual. 

viernes, 6 de enero de 2012

Las últimas palabras

Sé que nuestra relación nunca fue muy agradable. Las diferencias generacionales hacían que nuestro parentesco pareciese casi nulo. Sin embargo, nadie dudaba de que era tu nieta gracias a nuestras similitudes físicas, a nuestra necedad al hacer las cosas; todo ello pasaba como encanto natural.

Chaparrita y delgada, cabello chino y siempre en una trenza, ojos claros y miradas profundas. Siempre de arriba para abajo, jamás estabas quieta. Testaruda y enojona, pero siempre cariñosa a tu modo. Así eres para mi.

Cargas con millones de recuerdos y arrugas en tu piel, las cuales, te han dado sabiduría, reflejándose en una vida bien vivida.  

Madre de 5, abuela de 9 y bisabuela de muchos. Todos te recordamos y siempre lo haremos. La muerte no te ha tocado en nuestro corazón, sólo te ha transformado en un ánima que velará siempre por nuestro bien.

Por mi parte, sólo puedo decir que, más allá de tus miedos y tus rezos que muchas veces no entendía, aunque no lo demostré y nunca lo dije como tal, siempre te querré. 

martes, 3 de enero de 2012

Sin título

 No entendía del todo por qué la había dejado sola en el parque y menos aun el por qué cada vez que intentaba verse sin Sam se le revolvía el alma de tal manera que no lograba conocerse. Samantha era el mundo para Clara, era su mejor amiga, era su confidente, era todo. 
Era el primer día de clases de su último año escolar. Al llegar a la escuela, Samantha saludó a la misma gente con la que había convivido todos estos años de una manera tan monótona que ya era normal.
-Un año más en la escuela, espero que sea el último- dijo Sam, a lo que su amiga Clara respondió con gran severidad que dejara de ser tan sarcástica y disfrutara el año, ella haciendo una mueca contestó:
-Siempre la misma gente, las mismas historias. ¡Nada cambia en este lugar!
-Claro que cambia, lo que pasa es que es tan imperceptible que nadie se da cuenta.
-¡Qué estúpidos! Tengo la esperanza de que este año sea diferente, tan siquiera un poco distinto.
-No pidas algo que no quieres que se vuelva realidad Sam.
-Clara ojalá se volviera realidad, me gustaría que este año pasara algo que no pudiéramos olvidar. Nos vemos luego.
Cada una de las chicas se fue a sus respectivos salones, pensando en la cierta monotonía que se generaba en sus vidas. Al entrar a su salón Sam se dio cuenta de que era exactamente lo mismo, los mismos colores, las mismas bancas distribuidas en la misma forma y la misma intolerancia pero al mismo tiempo un aire viciado de hipocresía entre los pocos alumnos que se encontraban en él. Todo era exactamente igual. Tomó asiento en la misma banca en la que se sentaba desde hace 3 años, una banca la cual le permitía ver la ventana y el maravilloso paisaje de edificios tan altos que tocaban el cielo. 
El salón se llenó tan rápido que fue imposible para Sam percatarse de que una persona no le quitaba los ojos de encima. Era una mirada tan pura y llena de curiosidad que el hecho de que no la notara hizo extrañar a muchos en el salón.
-¿Ya viste a la chava nueva?-dijo Iván, un fotógrafo del periódico escolar, a su amiga Lucas, a lo que ella contestó:
-Si. Es un poco rara. Desde que llegó no le ha quitado la mirada de encima a Samantha.
-¿Ah si? Pues a lo mejor la conoce- contestó inocentemente Iván.
Las clases pasaron tan lentamente que Sam pudo viajar tan lejos como su imaginación se lo permitió, a través de ríos, inmensas montañas y paisajes jamás antes vistos. Tenía la habilidad de perderse en los grandes ventanales de aquellos edificios que se veían desde su lugar. A veces, cuando su imaginación no daba para más, pasaba una persona por la calle que logra captar su atención y nuevamente empezaba a soñar. 
Al sonar la campana, Sam volvió al salón de una forma tan abrupta que quedó desorientada unos segundos, tomó sus cosas y salió de aquel espacio que le hacía sentir una cierta claustrofobia. Al poco rato se encontró con Clara y mientras caminaban por aquellos pasillos estruendosos le contaba todas las historias que había podido imaginar en el día. Clara siempre le escuchaba maravillada y con tal atención que era imposible desviar su concentración de las palabras de su amiga. Imaginaba cada una de ellas y ni se daba cuenta que poco a poco el ruido iba desapareciendo hasta que solo quedaba la voz de Sam y su impetuosa respiración por saber más. Al llegar a su casa, Clara se despedía de Sam siempre con la misma frase: “Mañana tu historia se podría volver realidad”, sonreía y caminaba hacía el pórtico con tal desidia que daba la impresión de ser obligada a separarse de su amiga. Sam se quedaba parada en la banqueta, esperando a que su amiga entrara por la puerta de su hogar, después de ello,  ella seguía su camino.
Al día siguiente, mientras Clara caminaba rumbo a la escuela, se le acercó una joven delgada, con grandes ojos cafés capaz de cautivar a quien fuera, y con una delicada sonrisa la saludó:
-Hola. Soy nueva en la escuela y no conozco a nadie aun, ¿te importaría que nos fuéramos juntas?
-No, para nada- contestó Clara con un tono algo indiferente- por cierto, ¿cómo te llamas?
-Me llamo Luna y tú.
- Clara
-Me da gusto conocerte, eres la primera persona de la escuela con la que entablo una conversación.
Clara sonrió tímidamente. No se le ocurrieron palabras ante aquel comentario, solo pudo pensar en decirle “gracias”, pero le pareció tan simple y vacía aquella palabra que no le salió voz para emitirla. 
A los pocos minutos llegaron a la escuela las 2 jóvenes. Sam pudo ver a lo lejos a su amiga acompañada de una misteriosa joven, y mientras se acercaban no logro quitarle la mirada de encima. Sam se dio cuenta que los sonidos desaparecían y se adentraba cada vez mas en los ojos de esta desconocida persona, no sabía que era lo que le llamaba tanto la atención de ella, pero le parecía sumamente fascinante. Aunque solo fueron unos segundos Sam trató de disimular su perplejidad ante aquella dama y mirando hacía otro lado vio a Lucas y a Iván, los cuales hacía tiempo le observaban, se acercaron con una gran sonrisa, la cual a Sam le pareció sumamente sospechosa y los tres empezaron a hablar:
-Hola Sam, ¿cómo estas?- dijo Lucas con un tono algo burlón.
-Bien, eso creo. ¿De casualidad saben con quien viene Clara?
-Es la chica nueva del salón- dijo Iván al mismo tiempo en que compartía una mirada de complicidad con su amiga Lucas- ¿Por qué preguntas?
-¿Te interesa?- preguntó Lucas antes de que pudiera Sam contestar la pregunta de Iván.
-Es que nunca antes la había visto- y con el mismo tono burlón que al principio le hablara Lucas, continuó- Particularmente no me interesa, ¿a ti si?
Haciendo una mueca de disgusto Lucas contestó- No. Yo solo lo pregunté porque hace rato no le quitabas la mirada de encima.
En ese momento, cuando Sam estaba a punto de contestar, se escuchó la voz de Clara, y volteando con una sonrisa y la voz temblorosa, Sam dijo:
-Hola Clara, ¿quién es tu nueva amiga?
-Hola a todos- dijo extrañada.- Ella es Luna, es nueva en la escuela.
-Hola- dijo Luna con voz tímida- creo que ustedes 3 van en mi salón, ¿no?
-¡Crees bien!- contesto de manera altanera Lucas.
-Hola Luna espero que te guste la escuela, nosotros nos vamos adelantando, tenemos unas cosas que hacer, ¿verdad Lucas?- dijo Iván viendo inquisitoriamente a Lucas.
-Si. Nos vemos en el salón- dijo Lucas alejándose tomada del brazo de Iván.
Fue inevitable que las 2 amigas se vieran con extrañeza ante aquel comportamiento tan raro de sus amigos. Unos segundos después se escuchó la campana avisando que llegaba la hora de entrada y el grito a lo lejos de un profesor apurando a los alumnos. Clara sin dudarlo caminó presurosamente a su salón sin percatarse de que Sam y Luna no se movieron en lo absoluto. A Sam le temblaban las piernas y por primera vez no sabía que decir, su cabeza estaba en blanco, no entendía porque una persona como Luna había sido capaz de captar su completa atención, y tras unos minutos en completo silencio Luna tomó la mano de Sam y dijo:
-Se nos está haciendo tarde, es mejor que nos vayamos.
Sam no pudo formular ni siquiera un insignificante monosílabo, solo pudo asentir con la cabeza y sonreír de la misma forma en que una persona sonríe al ver a su ídolo. Mientras esquivaban en los pasillos a los numerosos alumnos presurosos Sam no podía separar los ojos de ella, sentía como si hubiera sido hechizada por una mirada a distancia, por una sonrisa tan hermosa como el mar, por una caricia que esperaba durara toda la eternidad.
Pronto llegaron al salón y sin ningún comentario de por medio, ambas tomaron sus respectivos lugares. Sam aun conmocionada volteó a la ventana y viendo con gran anhelo hacia aquellos edificios intentó soñar, perderse en sus pensamientos como siempre lo hacía pero le fue imposible sacarse de la cabeza a aquella mujer que se encontraba unos asientos más atrás y la cual no le quitaba la mirada de encima.
Al sonar la campana, Sam tomó presurosa sus cosas y sin dar alguna explicación o esperar a Clara como era costumbre, se fue a su casa. Luna la vio salir tan rápido que cuando bajo la mirada para tomar sus cosas y la volvió a alzar, ni siquiera pudo ver su sombra. Al poco rato Clara llegó al salón de sus amigos y cuando estaba apunto de preguntar por su amiga, Iván le comentó:
-Sam ya se fue, no se veía muy bien.
-Espero que no le pase nada malo- contestó Clara con voz preocupada.
-Yo la vi muy confundida, aunque ha estaba así desde la mañana- dijo Lucas en su ya muy característico tono.
-Bueno pues ya ni modo, me iré a mi casa sola.
-Clara, si quieres nos vamos juntas- dijo con voz suave Luna.
-Perdón Luna, se me olvidó que vives cerca de mi casa. Me encantaría que nos fuéramos juntas.
-Nosotros también nos vamos, Lucas me va a ayudar con unas fotos del periódico. Hasta mañana- dijo Iván tomando sus cosas y mirando a Luna discretamente.
-Hasta mañana- dijeron al unísono las 2 muchachas.
Era inevitable no notar las diferencias que su nueva amiga tenía con respecto a Sam, por ejemplo, Sam relataba hermosas historias fantásticas, producto de una imaginación incomparable. Luna también contaba muy buenas historias pero eran primordialmente de los viajes que había hecho, sin toques mágicos, sin buenos ni malos y sin mundos imposibles. Así, paso a paso llegaron a casa de Clara y sin más que un simple adiós se despidieron las muchachas. 
Unos metros antes de llegar a su casa, Luna no pudo dejar de notar que una persona le esperaba con cierta impaciencia en la puerta, por algunos segundos se quedó inmóvil pensando en quien podría ser, y al retomar nuevamente su camino tenía el deseo de que aquella figura que se encontraba esperándola fuera la persona de la cual se había enamorado tan profundamente que el solo hecho de pensar en esta le hacía sonrojar, le quitaba el apetito y no la dejaba pensar en nada mas. Poco a poco fue distinguiendo los rasgos de esta persona, era alta, delgada, con ojos color miel y cuando estaba solo a unos centímetros, por fin pudo distinguir a Iván, el cual la miraba con un gran interés.
-Perdón que haya venido hasta tu casa, es que tenía que verte.
-¿A mi?, ¿Cómo supiste donde vivía?- respondió Luna con gran extrañeza.
Iván se acercó y sin dar explicaciones la besó, con tal ternura indescriptible, dejando todos sus sentimientos en aquel beso tan viceral que cuando se separó no pudo ver nuevamente los ojos de Luna. Tras unos instantes en silencio, Iván solo pudo decir adiós, se alejó lentamente con la esperanza de que Luna intercambiara unas palabras que le dieran una señal de no haber hecho mal pero no fue así. Mientras se alejaba de la casa de Luna, Iván no pudo dejar de pensar en lo sucedido, sentía que moría y renacía al mismo tiempo. Luna caminó hacia la puerta de su casa sin voltear atrás, como si nada hubiera pasado, y tras un sobrio portazo, desapareció.
Desde que Sam salió de la escuela no hizo parada alguna hasta llegar a su habitación. Para Sam este era el lugar mas seguro que había. En él, todo el mundo exterior desaparecía y sus sueños e ilusiones estaban más cerca de volverse realidad. En toda la tarde, Sam no pudo dejar de pensar ni un momento en Luna y entre más se preguntaba quién era y qué tenía de especial, más se mortificaba al no encontrar las respuestas. Tanto fue el desgaste de no saber que pasaba en su vida que se quedó profundamente dormida y empezó a soñar. En sus sueños se encontraban sus amigos en uno de los maravillosos mundos que ya antes había soñado, de repente, todo se empezaba a tornar cada vez más oscuro hasta que ya no pudo ver, luego se vio una luz que poco a poco se hacía mas brillante. Sam intentó alcanzar dicha luz y cuando por fin estuvo delante de ella, pudo ver la delgada silueta de una mujer que pese a estar tan cerca, no pudo reconocer. La mujer dio un paso hacia delante, de tal manera que sus frentes chocaban una con la otra, Sam cerró los ojos y aquella misteriosa sombra se acercó a su oído y dijo en un suave murmuro “Te estaré esperando”. De repente Sam despertó, vio el reloj y se dio cuenta que ya era otro día, se levantó sin muchas ganas, se cambió y se fue a la escuela con una sola cosa en la cabeza, aquellas palabras que le parecían tan comunes y a la vez tan intrigantes...”te estaré esperando”.
A medida que se acercaba a la escuela, Sam pudo percatarse de que sus amigos ya se encontraban ahí, en el mismo lugar de siempre. Su visión de la escena fue aparentemente normal, sólo que algo le pareció extraño, alguien faltaba y no estaba segura de quien exactamente. Sin tomarle mucha importancia, Sam se acercó a ellos y los saludó como siempre. Poco después tocaron la campana a la hora habitual y ella, Lucas e Iván se fueron a su salón despidiéndose de Clara que a la vez se dirigía a su salón del otro lado de la escuela.
Fue un día como cualquier otro, un montón de clases aburridas con profesores aburridos, Sam como siempre perdida en la inmensidad de la ventana, Iván y Lucas hablando de proyectos, chismes y cosas banalmente sin importancia. Clara, como siempre, tomando apuntes y poniendo atención con excepción de aquellos instantes en que veía el reloj para asegurarse de que se acercaba cada vez más la hora de salida.
Al término de las clases los 4 amigos se reunieron y empezaron a hablar:
-Un día como cualquier otro- suspiró Clara poniendo los brazos sobre la nuca.
-¿Crees? Tengo la impresión de que algo falta- dijo Sam con extrañeza.
-Mm... ¿Como qué?- dijo Lucas.
-No estoy muy segura. ¿Nunca les ha pasado que sienten que algo no esta bien o que algo les falta?- dijo Sam.
- Si claro, eso me pasa cada vez que olvido hacer algún trabajo o se me llega a olvidar mi cámara en mi casa- dijo Iván haciendo reír a todos.
-Posiblemente sea mi imaginación. Bueno, ya me voy. Tengo que llegar a mi casa temprano o si no mi madre se pondrá histérica. ¿Vienes Clara?
-¡Si!, nos vemos mañana chicos- dijo Clara agitando la mano.
-OK nos vemos mañana chicas, no hagan travesuras- dijo Lucas guiñándoles el ojo.
Poco a poco se fueron alejando de la escuela y Clara se percató que a cada paso que daban el silencio se hacia mas notorio.
-Sam, ¿estas bien?
- ¿Eh?,  si...es que no logro dejar de pensar en que algo me falta.
-Mmm...La cabeza aun la tienes- dijo Clara con voz burlona.
-No me refería a eso, pero gracias por el dato.
Al poco rato llegaron a casa de Clara, ella besó dulcemente a Sam en la mejilla y se despidió con una gran sonrisa.
Sam se fue a dormir como de costumbre y un terrible sueño entró en su mente. Soñó que una mujer se le acercaba y le susurraba al oído Te estoy esperando, poco a poco se alejaba rodeada de una luz tan brillante que verla fijamente lastimaba los ojos. Sam despertó sudorosa y asustada, ese sueño le parecía tan familiar, casi real. Pronto, comenzó sentir nuevamente ese sentimiento de vacío, de ausencia, pero ¿cómo era posible que extrañara algo de lo que no se acordaba?, ¿Cómo era posible que su corazón se parara a cada paso que daba y no se acordara el por qué era? Mientras intentaba conciliar el sueño, Sam se puso a pensar en aquella mujer de en sueño, le intrigaba el por qué aquella figura se le hacia tan familiar. Al poco rato, nuevamente se quedó dormida.
Al día siguiente, Sam se vio con Clara en un parque como todos los fines de semana. Ese lugar era tan extraordinario que les permitía desconectarse del mundo junto con su mejor amiga. Sin embargo, ese día era distinto. Sam sentía que iba a la deriva dentro de sus pensamientos, ese sentimiento de vacío la carcomía por dentro. Clara notó que algo malo le ocurría y no sabía como ayudarla. Se sentía inútil.
De pronto, Sam vio pasar a una joven que creía conocer. No pudo evitar seguirla, se sentía totalmente atraída hacia ella, alcanzar a la criatura sería su meta. Cuando por fin lo logró, la chica le sonrió y le dijo:
-Te dije que te esperaría, por un momento pensé que no ibas a venir.
Sam quedó totalmente anonadada. No podía siquiera pensar en pronunciar palabra. Ella la había dejado muda. De pronto, la joven besó a Sam. Fue un beso tan dulce y sincero que Sam empezó a llorar. Y con cada lágrima que caía de sus ojos hacia sus mejillas sólo un nombre pudo pronunciar....Luna.
Cuando Clara pudo alcanzar a su amiga, la cual parecía hipnotizada, Luna ya se había ido, dejando a Sam con lágrimas en los ojos. Sam un poco confundida se disculpó por su extraño comportamiento, se seco las lágrimas y sonrió a Clara. Al poco rato, Clara se despidió de Sam. 
Sam se quedó en el parque sentada en una banca con la mirada perdida. No podía creer nada de lo sucedido. Pasaron las horas y poco a poco la noche se hizo presente. Sam seguía aun sentada en aquella banca, al poco rato empezó a llover. Nada había podido revivirla hasta que sintió aquellas gotas frías sobre su cuerpo. Sam vio al cielo y después de algunos segundos, decidió que era momento de continuar su camino. 
Ese día en el parque Sam no era la misma. Al perseguirla, Clara supo que algo había cambiado. Al encontrarla con los ojos llorosos supo que la perdería. Y al dejarla sola en el parque, supo que nada podría evitarlo.