Te sentía languidecer. Poco a poco te ibas y
me dejabas con un nudo en la garganta.
Poder gritar es una virtud que jamás desarrollé.
Las cosas buenas y malas que formaban mi existencia, las acepte sin protesta. Los
golpes me hicieron fuerte, me hicieron dura. Me mostraron que para sobrevivir
hay que tomar las cosas a la ligera, sin importancia. No engancharse en un
círculo vicioso de enojo y rencor.
Dejar ir y aceptar. Recibir y aguantar. Sentir
el desasosiego de tener una vida estancada llena de sueños.
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